Sentí nuevamente la adrenalina del más
argentino de los campeonatos
Era sábado y me preparaba para recibir la mirada de miles de espectadores, el piso de parqué lucía reluciente y las butacas vacías esperando a ser ocupadas. Llegando la hora, medios de comunicación, periodistas, fanáticos, y porque no curiosos empezaban a llenar el estadio. Mientras esperaba mi turno para entrar en acción, disfrutaba de la disputa del tercer puesto, me emocionaba saber que me eligieron para el evento más importante de la noche… “la final”.
Los nervios me consumían, aún no sabía que sucedería ni como
me tratarían. Empezaba a sentir miedo cuando sonó la chicharra, que le otorgó
el tercer puesto al seleccionado de Entre Ríos. Era hora de entrar en acción,
ya con los equipos en la cancha volé por los aires y sentí la tensión de los
jugadores en cada punto de mi cuerpo. Iba de un lado a otro, la gente alentaba
a los locales y yo me sentía angustiado, los santafesinos iban arriba en el
marcador.
Me pregunte que podía
hacer, sólo quedaba un segundo para el final del último cuarto; y de repente
Leandro Vildoza me elevó con gran potencia y ahí me atrapó él, Jerónimo
Solórzano, quien con gran sutileza me lanzó desde la zona de triple. Me tomó un
suspiro tomar la decisión de entrar al aro (quería darle un alegría a toda esa
gente), luego no sé qué pasó sólo recuerdo escuchar a la multitud gritar con
fervor. Me sentí feliz, Solórzano me tomó entre sus manos y dijo “nunca voy a olvidar este momento”, así
vi a Tucumán gritar campeón.